Usaron los minerales como sus primeras herramientas y sus primeras armas, pero enseguida, diferenció algunas piedras, bien como talismanes o como simples adornos para diferenciarse de sus semejantes, es decir como joyas.
Sus alhajas primero fueron huesos dientes, conchas, caracoles, objetos muy fáciles de encontrar, pero pronto comenzó a buscar las más escasas piedras preciosas, debajo de la superficie de la tierra o en los lechos de los ríos.
Las joyas tuvieron una gran importancia en la cultura egipcia, tenían dos funciones, las gemas se valoraban tanto por su belleza como por la protección mágica que les proporcionaban, es decir, eran a la vez talismanes y joyas.
Esta nueva manualidad que acabo de terminar no es una joya, si no que es una figura para precisamente poner esas joyas.
Es una silueta hecha en madera para colgar los collares.
A propósito de joyeros, os voy a relatar una bonita historia de amor que habla precisamente del joyero más grande y bonito del mundo:
EL TAJ MAHAL
Érase una vez un príncipe llamado Kurram que había sido formado en las más selectas disciplinas del saber: astronomía, gramática, matemáticas, filosofía... y además hablaba árabe (la lengua del Corán) y persa (la lengua de la Corte).
Un día que paseaba por el bazar, entre el bullicio de mercaderes y estibadores de elefantes, sus ojos se encontraron con los de una niña de 15 años. Era la princesa Arjumand, hija del Primer Ministro de la Corte. Inmediatamente, el príncipe quedó prendado de ella.
Impresionado por la belleza de la joven, preguntó el precio del collar de cristal que ella se estaba probando. El mercader, sonriendo, le contestó que no eran cristales sino diamantes las cuentas de aquel collar. La joya valía una fortuna. El príncipe lo pagó y se lo regaló a Arjumand, que de inmediato quedó también enamorada.
Sin embargo, tuvieron que esperar cinco años para unirse en matrimonio, mucho más largos si cabe, debido a que no se vieron en todo ese tiempo. Años después de casarse, cuando el príncipe fue coronado pasó a llamarse Shah Jahan (Emperador del Mundo) y ella Mumtaz Mahal (la Elegida del Palacio).
Pero cuatro años después de ocupar el trono, el emperador sufrió la peor tragedia de su vida: su amada esposa, Mumtaz Mahal, no resistió el parto del decimocuarto hijo y falleció. Shah Jahan, transido de dolor, mandó construir el Taj Mahal para enterrarla, como mausoleo en memoria del amor que se profesaron ambos.
Una vez acabado, el emperador quiso construir otro mausoleo-tumba para él, idéntico al de su esposa pero en mármol negro, al otro lado del río Yamuna, y unir después ambos mediante un puente de oro. Y lo hubiera hecho, si no llega a ser por Aurangzeb.
Aprovechando el estado depresivo y de profunda tristeza en el que estaba sumido el emperador, Aurangzeb, tercer hijo de Shah Jahan, cegado por la ambición traicionó a toda su familia, mató a sus hermanos (excepto a dos chicas) y arrebató el poder a su padre. Después lo encarceló en una torre del Fuerte Rojo de Agra, frente al Taj Mahal, y a las dos hermanas supervivientes en otra.
El Fuerte Rojo, una gigantesca fortificación construida en arenisca roja (de ahí su nombre) que muy bien podría haber albergado a toda una ciudad, tal es su tamaño. Su interior, jalonado de jardines y patios de refinado mármol y arenisca tallada al más preciosista estilo mogol, no sirvió de consuelo al afligido Shah Jahan.
Una vez en la torre donde vivió prisionero sus últimos años, el Emperador desde su balcón contemplaba: el Taj Mahal. En una pared opuesta, un hueco: el lugar donde pidió que le colocaran un espejo para, desde su lecho de muerte, a los 74 años, expirar mirando a la tumba de su esposa.
Vistas desde el Fuerte Rojo al Taj Mahal
Se dice que el Fuerte Rojo guarda el misterio de Shah Jahan y que en las noches de luna llena todavía pueden oírse los pasos y sollozos del Emperador, del padre que enloqueció de dolor y murió de amor.
Dicen que para construir el Taj hicieron falta miles de caravanas de elefantes que durante 22 años trajeron las cosas más exquisitas del mundo: mármol, jade, lapislázuli, turquesas, zafiros, ámbar, diamantes, coral…
Las paredes están decoradas con incrustaciones de piedras preciosas finamente mezcladas con paneles lisos o flores en mármol. Nada hay sobrecargado o abigarrado en la composición.
Bueno con esta preciosa historia de amor y pena me despido hasta mi nueva manualidad, esperando que os haya gustado.
2 comentarios:
muy interesante este blog, te felicito
Hola Fernando, me alegro que te haya gustado.
Gracias
Julia
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